En la Residencia de Estudiantes, se cultivaba
tanto el cuerpo (ejercicio físico, deporte…) como la mente (actividades
culturales y científicas). Ambos caminos imprescindibles para la realización
personal se llevaban a cabo en la Residencia.
La Residencia ofrecía cursos de
idiomas y sistemas de tutorías (uno de los principales elementos pedagógicos de
la Residencia) para complementar la formación que los estudiantes recibían en
la universidad. Se creaba un ambiente propicio para que el estudiante quisiera
estudiar e investigar, rodeado de literatos, profesores dispuestos a ayudar, y
cultura en general.
Siguiendo el modelo de la ILE, la
Residencia aprovechó su carácter de espacio de convivencia diaria para crear en
los residentes un sincretismo entre profesión y vida privada. Su intención era
alumbrar un nuevo tipo de formación intelectual en España, en la que la cultura
no fuese sólo adquirida por el estudio, sino también por el ambiente en el que
se desarrollaba la vida diaria, creando así una cultura vivida.
No debemos olvidar que la vida
cultural de la Residencia se completaba con sus publicaciones, que difundían la
ideología y el espíritu de la “Resi” y eran un foco cultural de las noticias
más interesantes del momento.
Por tanto, repasemos despacio las diferentes actividades culturales que podíamos encontrar en la Residencia de Estudiantes:
La música, formaba parte de una de las actividades principales, el
piano Pleyel del salón residencial era uno de los pocos lujos permitidos en la
Residencia; éste fue utilizado informalmente por Federico García Lorca para
alegría de los residentes.
En las reuniones que tenían lugar
después de la cena, los residentes fueron tomando contacto con la mejor música
de todos los tiempos, sobre todo clásica y romántica cuyo conocimiento está en
la base de toda formación. Destacaron: D. Jesús Bal y Gay, Cuartetos de Corvino
y Rafael Martínez, Turnia, Conrado del Campo, Rodríguez Sedano…
Fueron también numerosos los
poetas extranjeros que pasaron por la Residencia, hospedado por D. Alberto
Jiménez: Paul Valéry, Paul Claudel, Louis Aragon…
En 1931, La Barraca, teatro universitario dirigido por
Federico García Lorca y cuyo presidente fue uno de los “espíritus” de la Casa,
Arturo Sáenz de la Calzada, interpretó el entremés de Cervantes Los dos
habladores y La Guardia Cuidadosa y el auto sacramental de Calderón La vida es
sueño en la que actuó el propio Federico. La Barraca ensayaba siempre en el
Auditorium, que precisamente se inauguró con dos representacioens teatrales.
Otro residente a destacar fue
Luis Buñuel, quien presentó una serie de proyecciones
cinematográficas que expresaban las maás modernas tendencias del momento:
Rien que les heures de Alberto Cavalcanti, Entre acte de René Clair, un film de
Jean Renoir. Todos los sábados había proyección de películas con explicaciones
previas, asistir a este ciclo de cine costaba 5 pesetas al mes.
Las tertulias nocturnas y los
cursillos de noche eran uno de los grandes atractivos de la Residencia,
solían acudir literatos, novelistas y escritores españoles que formaban la “intelligentzia”
española y que solían residir en Madrid. Unamuno participaba en estas
tertulias, era huésped ocasionalmente, también acudieron a alguna tertulia
personajes como Valle-Inclán, Manuel Machado…
Como factor importante para
mantener un buen espíritu y promover la curiosidad intelectual hacia todo orden
de conocimientos y favorecer la formación de una cultura general, la Residencia
fomenta la realización de excursiones y viajes, como se afirma en los
Principios Pedagógicos de la Institución, es uno de los más acabados caminos
para acceder a la completa educación del estudiante.
Así, más allá de la ampliación de
conocimientos con carácter globalizador que procuraban, las excursiones y
viajes, motivo además de acercamiento entre profesores y alumnos, al igual que
el deporte, tenían que contribuir de forma destacada al desarrollo de los
rasgos individuales y sociales de la persona, facilitándose al mismo tiempo un
mayor grado de responsabilidad social.
En la Residencia de Estudiantes
prevalecían unas excursiones de tipo artísticas e históricas, reclamando el
influjo y ejemplo de Cossío, tras señalar su práctica de una estética andante
que le llevaba en continuas peregrinaciones a ciudades históricas, a pueblos
apartados, a palacios, a conventos y rincones olvidados de toda España, en
busca y descubrimiento de bellezas con que iba reconstruyendo la gloriosa
participación de España en la historia del arte.
Se realizaron numerosas conferencias, excursiones a la Sierra
de Madrid y ciudades cercanas de interés artístico. Los residentes solían
hacer fotografías de los monumentos, algunas de las cuales se publicaban en
Residencia por su novedad o perfección técnica. Las ciudades visitadas solían
ser: Ávila, Toledo, Segovia, El Escorial…También se visitaban los museos de
Madrid
La Residencia organizaba visitas
regulares a las colecciones y pinacotecas madrileñas como complemento del
aprendizaje artístico proporcionado por las excursiones, y en un sentido más
teórico, por las conferencias impartidas sobre estas materias.
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